La Mariscal, entre la memoria y la urgencia de su regeneración en Quito
Written by admin on 09/13/2025
La Mariscal es más que un barrio de Quito: es parte de la memoria viva de la ciudad y que requiere con urgencia su regeneración. Es uno de los barrios más bellos que tiene la capital y que ha tenido diferentes usos u ocupación del suelo, desde ‘Ciudad Jardín’ desde 1920 a 1970, distrito financiero y comercial (1970-2000) y zona de la diversión nocturna (desde el 2000 hasta ahora). Aún tiene elementos de todas estas etapas en el presente.
Es un barrio cargado de tradición. En La Mariscal se asentaron las élites que buscaron, a inicios del siglo XX, un espacio distinto al casco colonial. Allí quedaron huellas arquitectónicas, sociales y culturales que todavía sostienen una identidad patrimonial.
Sin embargo, el deterioro es visible. El abandono de viviendas, la migración de sus habitantes y la inseguridad han hecho de este sector un lugar estigmatizado, con un riesgo cierto de pérdida irreversible. La Mariscal muestra así que este lugar de preservación de la memoria de Quito requiere con urgencia la regeneración para recuperar el dinamismo de otros tiempos.
Los datos lo confirman. Entre enero y julio de este año, La Mariscal fue el tercer barrio con más delitos en Quito, con 317 casos reportados. Lidera, en cambio, en cuanto a robos a personas y microtráfico. No sorprende, entonces, que se estime que unas 2 000 personas dejan el barrio cada año.
No se trata de privilegiar un área saturada como la Plaza Foch, que solo tiene ocho manzanas, sino de pensar en la integralidad de un barrio de 300.
La pandemia, además, fue un golpe duro que apagó la vida nocturna y dejó cicatrices en su tejido social y económico. La imagen de locales cerrados, casas en venta y veredas deterioradas resume el presente de un barrio que alguna vez fue llamado “la ciudad jardín”.
El Concejo Metropolitano discute ahora la Ordenanza que aprueba el Plan Urbanístico Complementario Parcial La Mariscal, con una vigencia de 12 años. Su propósito es recuperar la residencia, reactivar la economía, rescatar el espacio público y rehabilitar el patrimonio cultural y arquitectónico. Son objetivos correctos, pero requieren de una ejecución clara y coordinada. No se trata de privilegiar un área saturada como la Plaza Foch, que solo tiene ocho manzanas, sino de pensar en la integralidad de un barrio de 300.
Asociaciones y la Asamblea del barrio han demostrado que la ocupación del espacio público es una de las llaves de la regeneración. Ferias culturales, encuentros artísticos o simples actividades comunitarias han permitido recuperar ciertas calles, como la Juan Rodríguez, y parques, como el Gabriela Mistral. Esa energía vecinal debe complementarse con políticas públicas firmes, inversión sostenida y seguridad efectiva.
La Mariscal no puede resignarse a un destino de abandono. Quito no puede darse el lujo de perder un barrio con tanta historia y potencial. La regeneración no es solo posible, es necesaria. Dependerá de la decisión política, de la articulación con la sociedad civil y de la capacidad de entender que la memoria de la ciudad se defiende también con acciones concretas en sus barrios.