El Cotopaxi duerme, pero Quito construye en la ruta de sus lahares

Los valles de Quito se llenan de viviendas y urbanizaciones, pese a que forman parte de la ruta de los lahares que podrían descender en una erupción del Cotopaxi. El río Pita, en Los Chillos, figura como uno de los corredores más vulnerables. En un escenario grave, hasta 20 000 personas podrían verse afectadas. Hoy rige alerta blanca.

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Entre 2015 y 2025, el Municipio de Quito entregó 278 permisos de construcción en áreas expuestas a lahares: 190 en Los Chillos y 88 en Tumbaco.

Los picos llegaron en 2023 (42) y 2024 (35). El mercado se mueve con fuerza en los valles, aun con advertencias técnicas.

Municipio sin datos claros sobre el crecimiento en riesgo

EL COMERCIO solicitó al Municipio los datos de construcción en zonas de riesgo desde 2015, año de la reactivación del Cotopaxi. No hubo una respuesta unificada.

Primero remitieron a la Secretaría de Gestión de Riesgos de Quito; luego a la Agencia Metropolitana de Control; después a Hábitat; y, por último, a Catastro, que dijo no tener el registro.

Tras una semana, el Municipio reconoció que ninguna dependencia tenía el dato consolidado y que debía levantarlo en conjunto. Una semana más tarde entregaron la cifra total: 278 permisos en la última década en áreas de lahares.

La versión de la Dirección de Riesgos de Quito

Patricia Carillo, directora de Gestión de Riesgos de Quito, explica que el Cotopaxi tiene una característica particular: no erupciona de manera repentina, sino que avisa con tiempo.

“En 2015 el volcán comenzó a dar señales en enero y la erupción fuerte ocurrió recién en agosto”, señala.

Esa condición, dice, permite reforzar la preparación y la reacción de la población ante una posible emergencia.

Carillo reconoce que el control municipal sigue siendo una debilidad estructural, sobre todo en zonas donde el bajo costo del suelo incentiva invasiones y urbanizaciones.

En el pasado, algunas constructoras levantaron proyectos en áreas de amenaza volcánica presentando documentos en los que admitían conocer el riesgo. “Eso no protege ni a quien compra ni su inversión”, enfatiza.

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Añade que la prevención es la herramienta más efectiva para reducir impactos. Por eso, el Municipio mantiene simulacros, capacitaciones y pruebas semanales de sirenas para que la población conozca las rutas de evacuación. “Nunca podremos decir que estamos 100% preparados; la prevención debe ser constante”, dice Carillo.

En materia técnica, el Municipio ajustó los procedimientos para los estudios de suelo: ya no basta perforar seis metros, ahora se exige llegar hasta las capas firmes para garantizar la seguridad estructural.

Escenarios eruptivos del Instituto Geofísico

El Instituto Geofísico plantea tres escenarios de corto plazo que pueden cambiar según el monitoreo:

Escenario 1 (más probable): erupciones pequeñas, sismos de larga duración y emisiones de ceniza cerca del cono.

Escenario 2 (probable): caída de ceniza en Cotopaxi, Pichincha y Napo; con lluvias, lahares secundarios.

Escenario 3 (menos probable): aumento de gases y ceniza con magma en ascenso acelerado; la dirección del viento define la caída de ceniza incluso hacia otras provincias.Según Gestión de Riesgos, el Cotopaxi no estalla de golpe. En 2015 dio señales desde enero y la fase fuerte llegó en agosto. En un escenario severo, los lahares tardarían decenas de minutos en descender, lo que abre una ventana para evacuar.

🌋 El Cotopaxi no solo es belleza natural: también es fuerza volcánica. Desde 1532 ha tenido cinco ciclos eruptivos que dejaron huella en la historia. Su actividad reciente entre 2015 y 2023 nos recuerda que debemos estar preparados.📍 Infórmate y actúa:🔗… pic.twitter.com/JCE1FJoqT0— Instituto Geofísico (@IGecuador) September 5, 2025

Expertos advierten sobre vulnerabilidad y control

Para Christopher Velasco, especialista en gestión de riesgos, el problema no se limita a la actividad del volcán, sino al incremento de la vulnerabilidad humana en su zona de influencia.

Explica que mientras la población se expande en áreas de riesgo, el Estado no desarrolla mecanismos de transferencia del riesgo, como seguros habitacionales o planes de protección para los medios de vida. “No basta con monitorear el volcán, hay que asegurar a las personas y los bienes frente a los posibles daños”, señala.

Velasco agrega que el ordenamiento territorial debería marcar con claridad qué áreas tienen riesgo mitigable y no mitigable, algo que no siempre ocurre en la práctica.

“El crecimiento urbano sobre zonas de lahares es un error de planificación. Si se permite construir ahí, debe existir infraestructura de mitigación y seguros obligatorios que amparen al comprador”, advierte.

El experto Wilson Goyes complementa que el Cotopaxi cuenta con uno de los sistemas de monitoreo más avanzados del mundo, con cerca de 90 sensores internos y externos. Sin embargo, ese nivel tecnológico no compensa la falta de control urbano.

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“La responsabilidad del uso del suelo es municipal. No debería autorizarse más construcción en zonas donde ya se sabe que el riesgo es alto”, afirma.

Goyes subraya que gran parte de los asentamientos vulnerables son producto de invasiones o urbanizaciones ilegales, impulsadas por el bajo costo del terreno.

“En la práctica, se construye primero y se regula después. Cuando la población ya está asentada, la reubicación se vuelve casi imposible”, explica.

Ambos coinciden en que la educación comunitaria es la clave para reducir el impacto de una eventual erupción.

La población —dicen— debe conocer las rutas de evacuación, participar en simulacros y entender que vivir junto al río o en laderas no siempre representa una ventaja estética o económica, sino un riesgo real de pérdida total.

Información extra: Volcán Cotopaxi