Femicidios en Guayas revelan violencia extrema contra las mujeres y va en aumento
Written by admin on 12/02/2025
En 2019, Evelyn Pilay, quien tenía 23 años, fue víctima de femicidio. Dos niños quedaron en la orfandad. En el momento del hecho, tenían 5 y un año y medio. El cuerpo estaba a 500 metros de la vía principal de Pedro Carbo, en hacienda llamada las la Gloria, en Guayas, entre un sembrío.
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Femicidios en Guayas, en curva ascendente
Entre 2014 (año en el que se tipificó el femicidio en Ecuador) y el 15 de noviembre de 2025, 657 mujeres y niñas fueron asesinadas en Guayas por violencia basada en género.
Los datos incluyen un elemento que evidencia la profundidad del problema: 73 de las víctimas eran niñas y adolescentes, vidas interrumpidas por agresiones extremas que siguen repitiéndose año tras año. Así lo reporta la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea).
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Evelyn Pilay, quien tenía un 40 % de discapacidad intelectual, es uno de los rostros de esa estadística que crece cada día. Ronny Pilay, hermano de la víctima, recuerda que ella desapareció el 21 de abril de 2019 de los padres del progenitor de sus hijos, donde vivía. Aunque, el hombre ya tenía otro hogar.
Según el familiar, Evelyn intentó dejar esa vivienda varias veces, pero la familia y de quien fue su pareja, Francisco P., insistían en que regresara, especialmente por sus hijos. Días antes de su desaparición, ella había decidido marcharse definitivamente, y también iniciado una nueva relación, lo que, según el hermano, generó rechazo de dicha familia.
Los primeros indicios del caso
El día de la desaparición, los suegros aseguraron no saber nada, lo que contrastó con su control habitual sobre ella.
La denuncia se presentó al día siguiente y, recuerda el Ronny, la investigación reveló contradicciones entre las versiones. El cuerpo de Evelyn fue hallado en estado de descomposición.
Un testigo, sobrino de los padres del hombre, declaró que le ofrecieron beneficios económicos a cambio de matarla. Pese a esto, asegura el hermano de la víctima, no se logró la formulación de cargos durante meses.
Datos desde la Fiscalía
Según reporta la Fiscalía, a través de su portal web, la expareja de la víctima y el padre recibieron una condena de 26 años. Este último permanece con arresto domiciliario por su condición de adulto mayor.
La entidad indica que los informes psicológicos demostraron que la víctima fue sometida de forma constante a violencia física, psicológica, económica y sexual por parte de los dos procesados. El día de su desaparición, fue contactada por el adulto mayor para viajar a Manabí.
El caso dio un giro
El familiar de la víctima cuenta que lograron resultados en la justicia cuando la familia se vinculó con la Fundación Madres Coraje, una organización integrada por progenitoras y otros familiares de víctimas de femicidio.
Participó en marchas y acudió a la Asamblea. “Tras presión pública, el proceso avanzó: se asignó un nuevo fiscal, se aceleraron audiencias y se formularon cargos“, dice.
Finalmente, el padre (Francisco P.M.) e hijo fueron sentenciados a 26 años de prisión. El primero recibió arresto domiciliario por su edad y el segundo, quien estuvo prófugo casi dos años hasta ser capturado en 2023, ya se encuentra en prisión.
Una crisis que va en aumento
Del total de las víctimas registradas por Aldea, 73 eran niñas y adolescentes. Desde 2021, la curva de violencia letal continúa en ascenso. Las organizaciones que siguen estos casos advierten que esta realidad era evitable. Muchas de las víctimas buscaron ayuda y alertaron a las instituciones sobre el peligro que enfrentaban.
Un dato lo confirma: 72 víctimas habían denunciado agresiones previas. De ellas, 11 contaban con boletas de auxilio. El sistema conocía sus nombres, sus historias y sus riesgos.
El impacto de estos crímenes va más allá de las estadísticas. 279 mujeres asesinadas eran madres, lo que dejó a 229 niños, niñas y adolescentes en situación de orfandad.
La situación en Guayas muestra zonas donde la violencia se concentra y exige una intervención más contundente. Guayaquil, Durán, Milagro, San Jacinto de Yaguachi y Daule son los cantones con mayor número de casos.
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¿Qué hay detrás de una problemática que apaga vidas?
Geraldine Guerra, parte de Aldea, refiere que Guayas es un nicho de la violencia contra las mujeres, siendo Guayaquil una de las áreas más críticas. Ella cuestiona: “¿Dónde están las políticas públicas?, ¿Dónde está la inversión social?, ¿Dónde están las campañas?”
La directiva y activista puntualiza que, de los casos registrados en ese lapso, 319 se dieron en contextos íntimos, familiares y sexuales. En cambio, 314 fueron en ámbitos de bandas, pandillas, etc. Se suman 24, transfemicidios.
En esos territorios, Aldea, que contempla a otras instancias de la sociedad civil, considera urgente:
• Campañas permanentes de prevención, que aborden la violencia desde la educación, la comunidad y los espacios públicos.• Refuerzo inmediato de los servicios de atención y protección, que permita actuar con rapidez cuando una mujer o una niña solicita ayuda.
La raíz de una problemática que sigue en aumento
Tania Torres, experta en Derecho, explica que los registros de femicidios de Ecuador reflejan altos niveles de violencia contra las mujeres y femicidios en cuatro provincias, principalmente. Estas son: Guayas, Los Ríos, Manabí y El Oro.
Las causas estructurales de esas agresiones no se han superado: machismo, patriarcado y la permanencia de relaciones de poder. En este sistema aún se cree que se puede decidir sobre la vida de las mujeres.
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También hace énfasis en que, justamente, son esas provincias donde se encuentra el nido de la delincuencia organizada, sin excluir otros territorios. Las mujeres han quedado en medio de dinámicas violentas, que repercuten también en su vida diaria.
La experta remarca la falta de acciones de fondo desde el Estado: salud, atención psicológica, educación y justicia. “La violencia tiene un costo muy elevado“, como los niños que quedan sin un núcleo familiar.
Sobre el agresor que concreta un femicidio
La docente de Psicología de la UIDE, Katherine Alcívar, explica que la violencia de género no aparece de manera repentina, sino que se construye de forma sostenida.
Ese tipo de agresión responde a dinámicas que avanzan progresivamente hasta consolidarse como un patrón, donde la víctima queda sometida a distintos niveles de control emocional, psicológico y, en muchos casos, físico.
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Según Alcívar, muchos agresores mantienen creencias de superioridad y ejercen control constante sobre sus parejas. Estas conductas se relacionan con una marcada dificultad para manejar el abandono y la frustración, lo que incrementa el riesgo de comportamientos violentos cuando sienten que pierden dominio sobre la relación.
La especialista señala que estas personas buscan imponer su voluntad y mantener el control mediante estrategias que pueden intensificarse con el tiempo.
La psicóloga añade que los agresores suelen describir antecedentes de exposición a violencia en su historia personal, así como aprendizajes distorsionados sobre el amor. Entre ellos figura la idea de que la mujer debe obedecer o someterse, una creencia que refuerza relaciones desiguales y fomenta comportamientos abusivos.
Informe externo: Caso Evelyn