Maquiavelo ante la derrota
Written by admin on 12/07/2025
Nuevamente el florentino y diplomático pensador es invitado a participar en el teclado de esta columna. Su profundo pensamiento – aunque cuestionado – sigue tan vigente como hace siglos; toda vez que la naturaleza humana, en su relación con el poder es la misma, no ha cambiado…
I. Florencia, al día siguiente:
En la Florencia del siglo XVI la derrota no se leía como un titular, sino que se la interpretaba como una grieta en la columna, una perforación en la muralla, un rumor en los gremios, una reunión de cálculo en las embajadas. El príncipe que perdía quedaba expuesto al peor enemigo, el mismo que no era la crítica, sino a algo peor, al menosprecio. Porque el poder rara vez cae por un golpe; cae de a poco cuando el golpe se interpreta como debilidad y, con ella, llega la pecaminosa tentación política de la conjura.
Maquiavelo miraría la escena como un dramaturgo: el público – como queda indicado – no leía escritos, sino que asimilaba gestos. Si el príncipe se iba sin explicación, el viaje se veía como fuga. Si se quedaba sin decisión, la permanencia se volvía parálisis. Y, si respondía con vanidad, la derrota se volvería aún peor: peste. En ese minuto, cuando la plaza murmuraba y los aliados dudaban, Maquiavelo no daría consuelo. Proponía estrategia: retomar con sabiduría el mando sin mayor teatralidad; pero entendiendo y reconociendo que la política – para bien o para mal – de alguna u otra manera siempre tiene teatro.
II. Algunos consejos para “El Príncipe”
– No desaparezcas.
– Si debes viajar a buscar pactos o recursos, hazlo como quien manda, no como quien no afronta.
– El viaje debe tener propósito claro y público, plazo breve, cadena de mando nítida.
– El vacío es una invitación a la intriga.
– Protege tu reputación con hechos. La gente juzga por lo que ve; y lo visible se sostiene solo si lo verificable lo respalda.
III. La lección
El príncipe puede viajar; lo que no puede es ausentarse del país real, y peor en momentos sensibles. Si las maletas no regresan con resultados medibles (acuerdos, montos, fechas, responsables), el ciudadano concluye que lo que se buscó fue maquillar imagen y/o turismo político, y no propiamente lo que corresponde: arreglar la república. Y cuando el público llega a esa conclusión, revertirla es difícil.
Por eso la transparencia es fundamental, es defensa propia contra el rumor y contra la erosión del mando. Si algo debe reservarse por seguridad, que sea excepcional y luego rendido con precisión: costos, comitiva, compromisos, cronograma y resultados.
Maquiavelo lo diría sin romanticismo: después de perder no se debe desaparecer, no es bien vista la vacía ausencia, sino la eficiente presencia; se gobierna mejor, se explica claro y se cumple pronto.
El príncipe en Florencia lo sabía: en política no hay lealtad, sino permanencia por conveniencia, por eso evitaba la ausencia…