La vía que rompe la Amazonía ¿Cómo es vivir entre derrumbes y restricciones?
Written by admin on 09/19/2025
El deterioro de la Troncal Amazónica no se mide solo en kilómetros de carretera destruida. Para Esthela Noteno, emprendedora de la comuna Atari de la nacionalidad Kichwa en Sucumbíos, significa el declive de su emprendimiento. Desde su empresa familiar Andi Wayusa, Esthela recuerda que enviaba una caja de wayusa a Quito por tres dólares. Ahora lo envía a seis. Incluso mandar un documento cuesta tres dólares. Ha tenido que parar la producción porque traer insumos, como botellas, es insostenible.
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El viaje a Quito, que antes tardaba entre seis y ocho horas, ahora toma entre doce y quince. El transporte público se volvió incierto: debido a la falta de pasajeros cobran recargos, fusionan rutas y hasta obligan a los pasajeros a cambiar de vehículo a mitad de camino. Para los agricultores, la situación es más dramática: Los transportistas ‘rancheras’ cobran 0,50 hasta un dólar por llevar cada racimo de plátano. Eso el comprador final no lo entiende. El comunero pierde y termina preguntándose: “¿Para qué sacar nuestros productos si no pagan un precio justo y además es tan difícil y costoso transportarlos?”.
Aislados por el colapso del puente sobre el río Loco y atrapados entre tramos intransitables, Noteno y cientos de familias sienten que la Amazonía está cada vez más lejos del resto del país. “No pedimos un favor-concluye-, exigimos nuestro derecho a la conectividad y al desarrollo económico justo”.
🚧Troncal Amazónica, en crisis
Con 701,19 kilómetros, la Troncal Amazónica (E45) atraviesa de norte a sur la región oriental y conecta las seis provincias de la Amazonía. Esta columna vertebral arrastra una crisis crónica. Los eventos climáticos extremos y la erosión geológica convirtieron a este eje vial en un escenario recurrente de deslizamientos, socavamientos, cierres, restricciones y pérdidas de calzada.
Algunos de los tramos más críticos son:
Vía Baeza–Papallacta (E20), que enlaza Sierra y Amazonía
La ruta “Y” de Baeza–Lago Agrio, la carretera colapsó en los kms 82 y 92, esto obligó a fijar cierres
El tramo Chaco (Napo)–Sucumbíos, donde el colapso del puente sobre el río Loco dejó incomunicadas a ambas provincias
Ruta Narupa-Loreto, los conductores describen la vía como “pésima”, con baches y hundimientos
Tramo Sucúa–Logroño (Morona Santiago) registra socavaciones y pérdida de calzada en el km10
La carretera Macas–Riobamba ha tenido cierres por deslizamientos
Las cifras de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) dimensionan la magnitud de la crisis: en 2025 se destruyeron 12 puentes en Napo y dos en Zamora Chinchipe, además de otros siete afectados por el avance erosivo y deslizamientos. Entre enero y agosto de este año, el ECU911 registró 29 186 emergencias, un promedio de 3 648 al mes, 74% corresponde a atenciones de salud (ver gráfico).
💔Comunidades sufren por salud, educación y comercio
El deterioro de la Troncal Amazónica no solo retrasa viajes: compromete derechos como la salud, la educación y el sustento familiar. Las proyecciones poblacionales del INEC muestran que este 2025 las seis provincias amazónicas concentran cerca de un millón de habitantes.
En salud, las ambulancias corren riesgos. El Municipio de El Chaco (Napo) reporta que los vehículos de emergencia enfrentan retrasos semanales para llegar a los centros médicos por deslizamientos. En Morona Santiago, el Ministerio de Salud Pública (MSP) admite que los tiempos de traslado de pacientes se incrementaron, entre 45 y 60 minutos por el mal estado de la red vial. Desde el Hospital de Macas, por ejemplo, se requiere casi cinco horas para llegar al Vicente Corral Moscoso en Cuenca, pero con las demoras viales ese tiempo se acerca a seis. En Papallacta (Napo), las ambulancias que trasladan pacientes hacia Quito o Tena circulan con riesgo: la lluvia, la neblina y los baches alargan los tiempos.
La educación tampoco escapa al colapso vial. En El Chaco (Napo), los estudiantes deben caminar hasta dos kilómetros para llegar a sus escuelas, dependen muchas veces de la buena voluntad de transportistas privados. En Sucumbíos, el Ministerio de Educación activó planes de continuidad educativa en 145 instituciones, pero aun así las lluvias intensas obligan a suspender clases. El Municipio facilitó buses a tres unidades educativas. En Papallacta, los buses escolares tardan mucho más en llegar y los niños llegan con retrasos a sus aulas. En Cuyuja, los derrumbes y pasos críticos generan ausencias frecuentes y, en algunos casos, suspensiones de clases.
El agro y la economía local son otro frente golpeado. En Loreto (Orellana), el mal estado de la E45-A y de los accesos a Napo encarece el transporte de productos y obliga a agricultores y comerciantes a vender a menor precio. Los productores de leche de Papallacta ven cómo los compradores rechazan la carga cuando llega tarde o en mal estado a Cayambe. En Sucumbíos, la caja de granadilla se vende entre 25 y 30 dólares y el quintal de tomate de árbol en 45 o 50. Los costos logísticos duplicados asfixian la competitividad de los productores, por la falta de conectividad.
La movilidad de la Troncal Amazónica es una odisea diaria
Las rutas de transporte público de El Chaco se suspenden o se desvían por caminos secundarios. En Sucumbíos, varias cooperativas cancelaron sus recorridos, mientras que una sola camioneta cubre el tramo entre La Bonita y Julio Andrade (Carchi) cobrando el doble de la tarifa habitual. En Papallacta y Cuyuja, la disminución del tránsito ha golpeado directamente al turismo: los visitantes desisten de viajar por las malas condiciones, y los hoteles, restaurantes y emprendimientos familiares ven caer sus ingresos.
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Tres voces ciudadanas de la Amazonía
La magnitud de la crisis vial se entiende mejor desde las voces de quienes la viven a diario.
Para David Andrade, docente y presidente de la UNE en Sucumbíos, la situación educativa en zonas rurales es crítica. Docentes no llegan a sus jornadas porque los ríos se desbordan y los derrumbes interrumpen la Troncal Amazónica. “En septiembre, cuando debería haber sol, hubo aguaceros que impidieron la movilidad. En julio, las lluvias obligaron a cerrar escuelas en varias comunidades. Muchos estudiantes han abandonado temporalmente sus estudios porque simplemente no tienen cómo llegar”.
El agricultor Alex Cerda, desde la parroquia Chontapunta en Napo, relata cómo el abandono vial afecta directamente la economía campesina. “Antes pagábamos menos, pero ahora el pasaje cuesta hasta dos dólares y llevar una carga 1,50 más. Si usamos taxi, la carrera es de 15 dólares porque los carros se dañan seguido. Todo eso lo pagamos nosotros”. La precariedad de las vías encarece el transporte y abarata la producción: “La carga se golpea en el camino, los compradores nos ofrecen precios bajos o ya no nos esperan. Hemos perdido clientes y nos toca caminar con la cosecha a cuestas”.
Desde el transporte, Fausto Mantilla, dirigente de una compañía de taxis en la zona de Munditi Urco, Napo, describe un panorama similar. “Son ocho años sin mantenimiento vial. Los taxis están permanentemente en las mecánicas y para salir a la Troncal se paga hasta diez dólares por carrera. La falta de inversión, asegura, condena a comunidades a depender de transporte caro, inseguro y precario.
El GAD parroquial de Papallacta y operadores turísticos hacen mingas en la vía. Foto: GAD parroquial
🏞️Papallacta y Cuyuja: turismo y desarrollo golpeados
Las vías que la alimentan a la Troncal Amazónica también registran un deterioro constante.
En Papallacta, la presidenta del GAD parroquial, Luzmila Manitio, recuerda que la vía Pifo–Papallacta no recibe mantenimiento desde 2018. Hay derrumbes, cunetas obstruidas y cráteres en la calzada. El último invierno paralizó la movilidad por más de un mes. El impacto es directo: ambulancias con retrasos críticos hacia Quito o Tena; los productos llegan en malas condiciones o fuera de tiempo y hay drástica caída en el turismo. Papallacta recibía cerca de 500 mil visitantes al año. Los vehículos particulares y buses turísticos deben sortear baches profundos y tramos inseguros, lo que proyecta una imagen negativa y afecta la percepción de seguridad del destino. Los negocios redujeron ingresos de forma significativa, señala. “Actualmente, aunque hay obras puntuales de reasfaltado hacia Baeza-Narupa, su avance es lento y no se observa un plan integral de rehabilitación”.
En Cuyuja, su presidenta parroquial, Luz Luguaña, describe una situación similar. Desde Chalpi hasta Jutinjinagua, la E20 presenta múltiples puntos críticos. En Laurel un deslave colapsó la vía hace más de un año y en Molana y Quebrada Negra siguen cayendo rocas incluso sin lluvia. La falta de mantenimiento básico agrava el riesgo: alcantarillas tapadas, taludes inestables y fallas en el encauzamiento del agua. Las consecuencias son visibles: estudiantes que no logran llegar a los colegios de Baeza y Borja, productores de leche y uvilla que pierden compradores por los retrasos, y restaurantes y hoteles que han cerrado por la falta de turistas. “Necesitamos limpieza de cunetas, reconstrucción de puentes y estudios técnicos definitivos. Sin intervención estatal, la conectividad y el desarrollo de la zona están en riesgo”, reclama.
⚠️Lo que está en juego con la Troncal Amazónica
El Ministerio de Infraestructura y Transporte (MIT, antes MTOP) adjudica contratos de mantenimientos por resultados y atiende con maquinaria y variantes provisionales, en un intento por restablecer la conectividad tras derrumbes o pérdidas de calzada. Prefecturas y GADs parroquiales complementan con obras en la red secundaria y caminos alternos, con fondos amazónicos. Sin embargo, la falta de un plan integral preventivo mantiene a la Troncal Amazónica como una vía en constante emergencia.
Esto afecta directamente a una región, donde la pobreza golpea con fuerza. Según el INEC (2024), la pobreza por ingresos alcanza al 76,2% en Orellana, 64,6% en Morona Santiago, 58,3% en Sucumbíos y 57,6% en Napo. Por necesidades básicas insatisfechas, las cifras son aún más altas: en Orellana, 84,1% y en Morona Santiago, 71%. Esto refleja la vulnerabilidad estructural de la Amazonía.
En este contexto, los retrasos de ambulancias, los inconvenientes para estudiar y las pérdidas agrícolas se convierten en eslabones de un mismo problema: la falta de una conectividad segura y estable, en una de las regiones más pobres y olvidadas del Ecuador.
Un dato: Para este reportaje se buscó respuestas oficiales para contrastar la realidad en terreno. Pero, hasta el cierre de esta publicación, el Ministerio de Infraestructura y Transporte (MIT) no contestó el cuestionario enviado el 29 de agosto de 2025. Tampoco respondieron las prefecturas de Napo, Sucumbíos y Morona Santiago.
Enlace externo: Estado de las vías
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