Nicolás Maduro contradice el deseo de Antonio José de Sucre de descansar en Quito
Written by admin on 11/24/2025
El anuncio de Nicolás Maduro sobre la posible repatriación de los restos de Antonio José de Sucre, desde la Catedral Metropolitana de Quito hacia Cumaná (Venezuela), choca con un dato documentado: el propio Sucre expresó por escrito su deseo de descansar en el Ecuador, vinculado de forma directa con Quito y con el volcán Pichincha. Así lo explica el historiador Gabriel Fandiño, miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, con base en las cartas del Mariscal y en el Archivo de Sucre.
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Sucre escribió que quería que sus huesos se queden en Quito, Ecuador
Fandiño señala que la clave está en una carta del 12 de diciembre de 1825, que Antonio José de Sucre dirigió a su amigo Trinidad Morán, mientras se encontraba en Chuquisaca, en el entonces Alto Perú.
En ese documento, incluido en el Archivo de Sucre recopilado por el investigador venezolano Vicente Lecuna, el Mariscal dejó una frase directa sobre su destino final.
Según Fandiño, en esa carta Sucre escribió que “piensa que sus huesos se entierren en el Ecuador o que se tiren dentro del volcán Pichincha, donde libró la batalla”.
El historiador subraya que esa línea no aparece como una frase suelta, sino dentro de una reflexión más amplia sobre su cansancio frente a la vida militar y su deseo de retirarse.
Fandiño explica que, para ese momento, Sucre sentía que ya había cumplido su papel en la guerra de independencia tras la Batalla de Ayacucho, en 1824.
Por eso, en sus cartas a los amigos más cercanos, empezó a hablar de una vida lejos de los cargos militares y políticos, con Quito como lugar elegido.
El vínculo emocional de Sucre con Quito
El historiador detalla que Sucre no solo mencionó al Ecuador como país, sino que mostró un vínculo íntimo con Quito. En otra carta de esa época, dirigida al coronel Vicente Aguirre, residente en la ciudad, el Mariscal habló del afecto que sentía por la capital.
De acuerdo con Fandiño, en esa carta Sucre escribió que hubiera querido celebrar el aniversario de Ayacucho en Quito y llegó a decir “usted no puede juzgar cuánto amo a Quito”.
También describió a la ciudad como una tierra que otros podían considerar fría y triste, pero que para él resultaba “tan buena”.
Fandiño remarca que ese cariño tenía un motivo central: en Quito vivía Mariana Carcelén, el gran amor de Sucre y la mujer con la que quiso formar una familia.
El historiador señala que Sucre deseaba fijar su residencia en la ciudad, casarse y dedicarse a las haciendas que ella heredó, lejos de las intrigas políticas y de las campañas militares.
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Quito como destino de vida y de muerte para Sucre
Fandiño resume que, en sus cartas, Sucre proyectó su futuro con una idea constante: instalarse en Quito de forma definitiva.
Aunque aceptó cargos y misiones en el Alto Perú por compromiso con Simón Bolívar, en su fuero interno quería que otra persona asumiera la presidencia de esa nueva república y buscaba la forma de regresar al Ecuador.
El historiador recuerda que, una vez que perdió el poder en Bolivia en 1828, Sucre no luchó por mantenerse en ese cargo. Al contrario, organizó su salida y viajó hacia Quito.
Según el relato de Fandiño, Sucre ya se había casado con Mariana Carcelén por poder, a través de Vicente Aguirre, y al volver consumó el matrimonio y tuvo una hija.
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Durante algunos meses se dedicó incluso al comercio de los productos agrícolas de las haciendas de su esposa, una vida que él describía como la que realmente quería.
Fandiño indica que, cuando Sucre volvió a salir por nuevas misiones políticas y militares, lo hizo con la idea de regresar, una y otra vez, a Quito.
Por esa razón, en 1830 escogió la ruta por Pasto para acortar el viaje de retorno, pese al riesgo que eso implicaba.
En ese trayecto lo mataron, lo que, a juicio del historiador, refuerza la idea de que todo lo arrastraba de nuevo hacia Quito, incluso en los últimos días de su vida.
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La urna del Pichincha y el sentido de mantener sus restos en Quito
Fandiño también enlaza el testamento emocional de Sucre con la forma en que Ecuador trató sus restos cuando el país los recuperó en 1900.
Relata que el entonces presidente Eloy Alfaro ordenó recoger piedra volcánica del Pichincha para esculpir la urna de piedra donde reposan los huesos del Mariscal en la Catedral Metropolitana de Quito.
Según el historiador, esa decisión buscó respetar de la manera más fiel posible el deseo expresado en la carta a Trinidad Morán: Sucre pidió que sus huesos quedaran en el Ecuador o que se arrojaran al volcán donde luchó por la independencia.
La urna de piedra, elaborada con material del Pichincha, unió esos dos elementos: Quito y el volcán.
Fandiño concluye que un traslado de los restos de Sucre hacia otro país iría en contra de lo que el propio Mariscal escribió.
Recuerda que las cartas hablan de su amor por Quito, de su proyecto de vida con su esposa e hija en esa ciudad y de su voluntad explícita de descansar en el Ecuador.
Por eso, en palabras del historiador, mantener sus restos en la Catedral de Quito significa respetar su último deseo documentado en el Archivo de Sucre.
Información extra: Antonio José de Sucre